viernes, 22 de junio de 2018

EL LIBRO DE LA NATURALEZA.





EL LIBRO DE LA NATURALEZA.
Leonardo Diaz
Astrólogo Metafísico

En la naturaleza se encuentra el libro que debemos aprender a leer. Todas las enseñanzas, todo el conocimiento se encuentra en la naturaleza, la Gran Maestra. La naturaleza nos enseña la verdadera espiritualidad, la más profunda filosofía.  

La naturaleza lo es todo, el universo todo, incluyendo los planos invisibles en todas las dimensiones. El mundo manifiesto, este que conocemos como el mundo de las formas, es la expresión del mundo invisible, el mundo espiritual. Debemos entender que la vida no solo se manifiesta a nivel orgánico, la vida existe en muchas formas, incluso no comprendidas, no descubiertas por el hombre. Todo es vida, la vida es multidimensional y todas estas dimensiones son la naturaleza.

Dios se expresa ante nosotros y en nosotros como la naturaleza. Las leyes de Dios se expresan ante nosotros como las leyes de la naturaleza, ya sean en la Tierra como en los cielos, poblado de infinitos mundos.

Todo lo que comemos, respiramos es la vida de Dios. No hay nada en el cosmos que no sea vivificado y animado por el Espíritu Divino. Todo vive, todo respira, todo palpita con esta gran corriente que brota de Dios. Ella es la naturaleza, la vida en miles de formas.

San Pablo proclamó; “Vivimos y nos movemos en Dios, tenemos nuestra existencia en El”. Acercarnos a la naturaleza, aprender de sus lecciones de sabiduría es acercarnos a Dios y aprender de su obra.

En la naturaleza no existe nada que esté verdaderamente muerto. En ella todo está vivo,  piedras, plantas, animales y estrellas. Aunque los humanos no lo comprendamos, en la naturaleza todo tiene un sentido, nada falta  y nada sobra.

Cuando nos desconectamos de la naturaleza nos desconectamos de la fuente de la vida. Desconectarnos de la naturaleza equivale a desconectarnos de Dios. Los que se desconectan de la fuente comienzan a enfermarse y morir. El irrespeto a la naturaleza se paga con la enfermedad, enfermedad en todos los niveles del ser, en el individuo, en las sociedades y en el planeta.

Cuando el hombre viola las leyes de la naturaleza en cualquier plano, el hombre recibe la reacción de la naturaleza en ese plano y paga su violación, esto es el karma.

Para vivir y desarrollarse, este microcosmos que es el hombre, debe permanecer en contacto y en unión permanente con el macrocosmos, la naturaleza, y debe intercambiar incesantemente con ella, su fuente. El templo del Dios del Universo es la propia naturaleza, templo viviente.

Preguntemos a un agricultor si la naturaleza es o no inteligente. Preguntemos a un agricultor si cuando siembra papas, puede cosechar pepinos. Igual ocurre en el mundo de las energías.

Los ritmos naturales están expresados de forma muy clara en la naturaleza, sin embargo los humanos somos las únicas criaturas que violamos estos ritmos, bebemos sin tener sed y comemos sin tener hambre. Muchas veces las curaciones o procesos de sanación consisten simplemente en limpiarnos y dejar que el organismo se autoregule, dejar a  la naturaleza ser.

Todo conocimiento filosófico-espiritual debe ser estudiando y explicado mediante analogías con los procesos de la naturaleza, la gran maestra.

Respetar la naturaleza es respetar las leyes de Dios. En ella existe un orden que no siempre comprendemos. El caos forma parte de ese orden superior. Volcanes, terremotos, tormentas, huracanes, inundaciones, todo en ella obedece a leyes que rigen los procesos ocultos de la vida. Igual sucede en nuestros cuerpos, que para recobrar su equilibrio y sanación, estalla en estados febriles, produce vómitos, diarreas, excreciones, tumoraciones, formas de limpieza y purificación, «como es en el macrocosmos es en el macrocosmos y viceversa».

En la naturaleza todo respira, todo nace, muere y renace nuevamente, los ciclos espirales son su rueda evolutiva. Así como los árboles mudan sus hojas y las serpientes su piel, todo se transforma.

Dios nos habla a través de su creación y el LIBRO SAGRADO DE LA NATURALEZA es verdadera PALABRA VIVA, y el templo más sagrado se encuentra en todas partes donde la naturaleza se expresa en todo su esplendor.

Un día de campo, de playa, un baño de luz de las estrellas, el contacto con el roció, las flores, la fauna, LA VIDA, nos permite conocer a Dios mucho mejor que aprendiendo de memoria textos creados por el hombre o postrados en templos alejados de la vida. La naturaleza es la DIVINIDAD VESTIDA DE MATERIA, en ella todo palpita, respira y canta ALABANZAS EN MILES DE FORMAS MARAVILLOSAS, LA CREACIÓN.