EL LIBRO DE LA NATURALEZA.
Leonardo Diaz
Astrólogo Metafísico
En la naturaleza
se encuentra el libro que debemos aprender a leer. Todas las enseñanzas, todo
el conocimiento se encuentra en la naturaleza, la Gran Maestra. La naturaleza
nos enseña la verdadera espiritualidad, la más profunda filosofía.
La naturaleza lo
es todo, el universo todo, incluyendo los planos invisibles en todas las
dimensiones. El mundo manifiesto, este que conocemos como el mundo de las
formas, es la expresión del mundo invisible, el mundo espiritual. Debemos
entender que la vida no solo se manifiesta a nivel orgánico, la vida existe en
muchas formas, incluso no comprendidas, no descubiertas por el hombre. Todo es
vida, la vida es multidimensional y todas estas dimensiones son la naturaleza.
Dios se expresa
ante nosotros y en nosotros como la naturaleza. Las leyes de Dios se expresan
ante nosotros como las leyes de la naturaleza, ya sean en la Tierra como en los
cielos, poblado de infinitos mundos.
Todo lo que
comemos, respiramos es la vida de Dios. No hay nada en el cosmos que no sea
vivificado y animado por el Espíritu Divino. Todo vive, todo respira, todo
palpita con esta gran corriente que brota de Dios. Ella es la naturaleza, la
vida en miles de formas.
San Pablo proclamó;
“Vivimos y nos movemos en Dios, tenemos
nuestra existencia en El”. Acercarnos a la naturaleza, aprender de sus lecciones
de sabiduría es acercarnos a Dios y aprender de su obra.
En la naturaleza
no existe nada que esté verdaderamente muerto. En ella todo está vivo, piedras, plantas, animales y estrellas. Aunque
los humanos no lo comprendamos, en la naturaleza todo tiene un sentido, nada
falta y nada sobra.
Cuando nos
desconectamos de la naturaleza nos desconectamos de la fuente de la vida. Desconectarnos
de la naturaleza equivale a desconectarnos de Dios. Los que se desconectan de
la fuente comienzan a enfermarse y morir. El irrespeto a la naturaleza se paga
con la enfermedad, enfermedad en todos los niveles del ser, en el individuo, en
las sociedades y en el planeta.
Cuando el hombre
viola las leyes de la naturaleza en cualquier plano, el hombre recibe la
reacción de la naturaleza en ese plano y paga su violación, esto es el karma.
Para vivir y
desarrollarse, este microcosmos que es el hombre, debe permanecer en contacto y
en unión permanente con el macrocosmos, la naturaleza, y debe intercambiar
incesantemente con ella, su fuente. El templo del Dios del Universo es la
propia naturaleza, templo viviente.
Preguntemos a un
agricultor si la naturaleza es o no inteligente. Preguntemos a un agricultor si
cuando siembra papas, puede cosechar pepinos. Igual ocurre en el mundo de las
energías.
Los ritmos
naturales están expresados de forma muy clara en la naturaleza, sin embargo los
humanos somos las únicas criaturas que violamos estos ritmos, bebemos sin tener
sed y comemos sin tener hambre. Muchas veces las curaciones o procesos de
sanación consisten simplemente en limpiarnos y dejar que el organismo se
autoregule, dejar a la naturaleza ser.
Todo
conocimiento filosófico-espiritual debe ser estudiando y explicado mediante
analogías con los procesos de la naturaleza, la gran maestra.
Respetar la
naturaleza es respetar las leyes de Dios. En ella existe un orden que no
siempre comprendemos. El caos forma parte de ese orden superior. Volcanes,
terremotos, tormentas, huracanes, inundaciones, todo en ella obedece a leyes
que rigen los procesos ocultos de la vida. Igual sucede en nuestros cuerpos,
que para recobrar su equilibrio y sanación, estalla en estados febriles, produce
vómitos, diarreas, excreciones, tumoraciones, formas de limpieza y purificación,
«como es en el macrocosmos es en el macrocosmos y viceversa».
En la naturaleza
todo respira, todo nace, muere y renace nuevamente, los ciclos espirales son su
rueda evolutiva. Así como los árboles mudan sus hojas y las serpientes su piel,
todo se transforma.
Dios nos habla a
través de su creación y el LIBRO SAGRADO
DE LA NATURALEZA es verdadera PALABRA
VIVA, y el templo más sagrado se encuentra en todas partes donde la
naturaleza se expresa en todo su esplendor.
Un día de campo,
de playa, un baño de luz de las estrellas, el contacto con el roció, las
flores, la fauna, LA VIDA, nos
permite conocer a Dios mucho mejor que aprendiendo de memoria textos creados
por el hombre o postrados en templos alejados de la vida. La naturaleza es la DIVINIDAD VESTIDA DE MATERIA, en ella
todo palpita, respira y canta ALABANZAS
EN MILES DE FORMAS MARAVILLOSAS, LA CREACIÓN.
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